sábado, 18 de julio de 2009

SOY MANZANA

He sido etiquetada como la mala de la película desde el inicio de la historia, reconocida como la fruta prohibida. Y me resultaba doloroso, pues creía que la opinión de los etiquetadores era la más valiosa e irrefutable que podía existir.

Como compré ese rol, durante toda mi vida hice hasta lo imposible por ejercerlo a la perfección y en mi tanto rodar caí en manos de alguien que me mordió.

Y ese mordedor se deleitó con mi sabor y se sintió pecador. Pero siguió saboreándome. Le encantó mi porosidad y mi jugosidad, y también mi carnosidad. Se sintió seducido por mi cáscara y mis semillas y todo aquello que los etiquetadores habían descalificado, incluso mi duro corazón.

Hoy, ese pecaminoso mordedor disfruta de mí a diario. Le fascina hincar sus dientes en mi redondez y mi aspecto saludable. Le gusto rayada, roja o amarilla. Simplemente le gusto, así, a secas, sin juicios y sin deshonras sociales.

Hoy, ya hasta me olvidé de los etiquetadores. Soy indecentemente feliz de ser una manzana mordida y tentadora.

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